El órdago a la grande resultó ser de nuevo el del Cardenal Amigo. Sí. Muy discretamente se le ha sondeado y a última hora volvió a decir que no. Frente a esto y con los nombres que se pusieron sobre la mesa en una reunión reciente se compuso una terna que pasó por Palacio: Guillermo Mira, Antonio Rodríguez Hidalgo y Francisco Javier Segura. Esos son los tres nombres que ayer se votan por parte de los cuatro cargos generales y los ocho consejeros de penitencia, dos grupos que, grosso modo, mantienen posiciones demasiado encontradas. El primero que cae es el del favorito, Guillermo Mira. Curioso. Le dejan caer quienes el año pasado le apoyaron: cargos generales. Sobre la mesa quedan los otros dos. Gana Francisco Javier por 7 a 5 ya que tres penitencias (dos de los nuevos y otro) apoyan la opción con la que los cargos generales le hacen frente a los halcones de penitencia. Antes de las seis se disuelven. Hay quien sale del Consejo con la cara descompuesta.
Lo que ha ocurrido no es bueno para el Consejo. No por Francis Segura (al que me gustaría aislar de esta polémica) sino por haberse recuperado una dinámica de enfrentamientos letal para una institución a punto de votar la renovación de sus estatutos y embarcada en un proceso, el Viacrucis grande de 2013, cuya organización puede verse resentida. Anoche algún consejero de penitencia barajaba dimitir.
Pablo VI fue elegido en un cónclave terriblemente complejo. Después de sufrirlo en sus carnes llegó a plantear sin éxito el cambio en la manera de elegir a los Papas. Y uno, tras la tarde de ayer piensa si no es también hora de que el mundo de la semana santa haga lo mismo. Porque más que en el qué, el problema está, como casi siempre, en el cómo.
(Información de Pasión en Sevilla)
No hay comentarios:
Publicar un comentario